miércoles, 11 de marzo de 2020

9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.

El tema inicial del siglo XX nos ilustrará sobre las complejas vicisitudes de nuestro primer tercio de siglo, siempre debemos tener en cuenta lo aprendido para poder entender  el proceso histórico en el que nos adentramos.
El libro de texto nos ayuda en esta divertida tarea que es aprender.

BLOQUE 9: La crisis del Sistema de la Restauración y la caída de la Monarquía (1902-
1931)
Os adjunto un video que recoge todo el reinado de Alfonso XIII

9.1. Alfonso XIII y la crisis del sistema político de la Restauración: los partidos dinásticos. Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.

 El reinado de Alfonso XIII ocupa el primer tercio del siglo XX. En él se continuó la monarquía parlamentaria de la Restauración con el turnismo canovista, se encontró con constantes y crecientes problemas (políticos, regional, militar, social…) a los que no logró dar una solución acertada, llegando poco a poco a mostrar las carencias del propio régimen. La crisis de 1917 pudo haber servido para modernizarlo si se hubieran emprendido las reformas generales necesarias, los gobiernos de concentración de la época sólo sirvieron para alargar su final. El descrédito del sistema de la Restauración fue uno de los argumentos del general Miguel Primo de Rivera para dar un golpe de Estado en 1923.



 Los grandes problemas del país.

En primer lugar se dio la paulatina descomposición de los dos partidos dinásticos, provocada por la desaparición de los dirigentes históricos (Cánovas y Sagasta) y las luchas entre sus nuevos líderes por hacerse con el control del partido, tanto entre los conservadores como entre los liberales.
Las mayorías en las Cortes eran precarias al tener que asignarse diputados a cada una de las facciones en que se dividían ambos partidos y las luchas entre éstas. Desde 1917 surge la incapacidad de formar gobierno por un partido solo, lo que llevó a recurrir a gobiernos de concentración donde participaban las facciones de los dos partidos del “turno”.
El siguiente punto importante fue el aumento de la conflictividad social por las condiciones de vida de los trabajadores,  se produjo un incremento de las huelgas. El movimiento obrero va a tener una gran presencia a través de los sindicatos (socialista y anarquista), también creció la afiliación sindical.
Otro asunto fue la cuestión religiosa. Socialistas, republicanos y un sector del partido liberal estaban a favor de limitar el número de congregaciones religiosas que contaban con privilegios legales. La Iglesia católica había experimentado un fuerte avance de su influencia social amparada por el régimen de la Restauración. Frente al resurgimiento del clericalismo se acentuó el anticlericalismo, que fue extendiéndose entre buena parte de la opinión pública urbana, y, sobre todo, entre las clases populares que veían al clero como grandes defensores de los poderosos.
Otro asunto de importancia fue el relacionado con lo militar. La guerra de 1898 había demostrado la necesidad de introducir reformas en las Fuerzas Armadas, en las que sobraban oficiales y jefes y faltaban recursos materiales. A partir de ese momento, hay que contar con un estamento militar herido, que atribuía toda la responsabilidad de la derrota sufrida contra EE.UU. a los políticos, reivindicaban el papel protagonista que el Ejército había desempeñado en el siglo XIX. Contra esta visión se enfrentarán sectores que defendían la supeditación al poder democrático civil, surgió una corriente crítica en la opinión pública que asociaba a los militares con la derrota frente al ejército de EE.UU..
Otro tema político importante fue el regional/nacionalista. Durante el reinado se van afirmando corrientes autonómicas en Cataluña, País Vasco y Galicia, pero es en Cataluña donde el sentimiento  regional adquirirá mayor fuerza influyendo en la política general del país. Para los políticos conservadores y liberales dirigentes de la Restauración, y  para muchos militares, nacionalismo se asoció a separatismo y a riesgo de disgregación de España.
Surgió en plena fase imperialista europea el problema de Marruecos. Tras la derrota del 98, España se incorporó a la etapa final del reparto del continente africano, donde se decidía el futuro colonial de Marruecos: Conferencia de Algeciras 1906. A España se le ofreció la zona norte de Marruecos (el Rif), quedando la mayor parte y zona más rica para Francia, de esta manera las grandes potencias solventaron el enfrentamiento por Marruecos. En 1912, oficialmente, Francia y España establecieron en Marruecos sus respectivos protectorados.

De 1902 y 1914. La “revolución desde arriba”.

Hasta 1912, desde el “desastre del 98” los gobiernos españoles  intentaron   aplicar reformas "regeneracionistas", aunque estos intentos se dieron en medio de disputas  entre los dirigentes de los  partidos y la intervención de la corona en la corta duración de los gobiernos, salvo los presididos por Maura y Canalejas cuyas actuaciones políticas caracterizarán el regeneracionismo conservador y liberal, adoptando medidas reformistas en lo social, en la vida política y en la Administración del Estado. Estas decisiones no fueron suficientes, la realidad del país fue poco a poco mostrando las imposibilidades del sistema político de la Restauración para resolver los problemas.
Los comienzos del reinado: un turnismo inestable, el problema de los nacionalismos y su choque con el problema militar: la crisis de 1905-1906.
Alfonso XIII accedió al trono en 1902 .Desde este año a 1905 gobernaron los conservadores, y entre 1905 y 1906 los liberales;  en estos cinco años hubo cinco gobiernos conservadores y cinco liberales. Este hecho traduce las divisiones internas de ambos partidos, motivadas básicamente por la lucha por el poder dentro de la clase dirigente.
En los comienzos del reinado se vieron frustradas las tentativas de regeneración de la vida política (Francisco Silvela se retira de la política en 1903). Será con el gobierno de Maura en 1907 cuando los planteamientos regeneracionistas conservadores constituyan la base de la política de gobierno.
Al mismo tiempo el catalanismo era ya una fuerza política importante. En 1901, se había fundado la Lliga Regionalista, partido liderado por Prat de la Riba y Francesc Cambó. De ideología conservadora, encontró un fuerte apoyo entre la burguesía catalana. Su crecimiento electoral fue rápido, y en 1905 ganó las elecciones municipales en Barcelona de forma aplastante.
Las relaciones entre sectores del Ejército y la prensa que criticaba aspectos de esa institución venían siendo tirantes. Días después de las elecciones municipales se produjo un grave incidente que demostraba la posición del poder militar frente a la libertad de expresión. En un semanario satírico catalán ¡Cu-cut! se publicó una viñeta, considerada ofensiva por algunos militares. Unos trescientos oficiales de la guarnición de Barcelona decidieron tomarse la justicia por su mano por lo que consideraban un ataque directo, asaltando y destruyendo las instalaciones del semanario ¡Cu-cut! y el de la Veu de Catalunya, diario cercano a la Lliga Regionalista. Los autores de estos ataques recibieron  apoyo de otras guarniciones del resto de España. La protesta se convirtió en una clara intromisión en la vida política: el estamento militar exigió al gobierno una ley de jurisdicciones, según esa ley los posibles delitos considerados contra el Ejército y la Patria quedarían bajo control de los tribunales militares. El gobierno del partido liberal presidido por Segismundo Moret, accedió,  aprobándose la ley en 1906. Con esta ley se rompía una de las características del régimen de la Restauración de Cánovas: la primacía del poder civil sobre el militar.

El regeneracionismo de Maura (1907-1909).
Entre 1907 y 1912 se van a desarrollar  dos actuaciones del regeneracionismo conservador desde dentro del sistema con la idea de enfrentarse a sus “males”, incorporando reformas políticas y sociales. Dos políticos, el conservador Antonio Maura (1907-1909) y el liberal José Canalejas (1910-1912), fueron los protagonistas de este intento de reforma del sistema de la Restauración.
En enero de 1907 el rey nombró jefe de gobierno a Antonio Maura que era líder del partido conservador. Sus intenciones políticas quedan reflejados en la frase "hagamos la revolución desde arriba o nos la harán desde abajo",  dejaba claro que era necesaria una reforma de la vida pública para evitar cualquier levantamiento popular que hiciera peligrar el sistema.
Maura emprendió un  programa de gobierno con medidas de inversión pública, aprobándose la Ley de Protección de la Industria Nacional. En 1908 se estableció el Instituto Nacional de Previsión, antecedente de la Seguridad Social. Con anterioridad se había regulado el descanso dominical y la jornada laboral de mujeres y niños.
En el terreno político, Maura quiso acabar con el caciquismo manteniendo la estructura de poder existente. Se aprobó la ley electoral de 1907; no obstante, el caciquismo siguió arraigado en la sociedad  porque era necesario para el control del poder y la permanencia  del sistema de la restauración.
La nueva Ley de Administración Local, proyecto que daba autonomía a los municipios, y por la que se creaban las mancomunidades provinciales, asociaciones regionales de las Diputaciones,  un primer paso para un cierto autogobierno regional que fuera aceptado por los catalanistas. La Ley no terminaba de encajar suficientemente entre todos los conservadores y liberales. Seguía sin aprobarse cuando la Semana Trágica de Barcelona de 1909 hizo caer al gobierno Maura.

 La Semana Trágica de Barcelona (1909).
En los primeros años del siglo en Barcelona se desarrolló el regionalismo/nacionalismo burgués, el crecimiento de las movilizaciones obreras y el republicanismo entre sectores de la pequeña burguesía y de la clase trabajadora. Entre las fuerzas republicanas destacaba el  Partido Republicano Radical, dirigido por Alejandro Lerroux. Su programa tenía apoyo electoral en Cataluña, era populista, anticlerical, “españolista” y anticatalanista. 
La movilización de los reservistas catalanes para ir al Rif provocó la indignación popular. La situación de Marruecos y las decisiones del gobierno van a provocar la crisis: un estallido de violencia, la llamada Semana Trágica de Barcelona. En julio de 1909, los miembros de algunas cabilas próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles de una de las compañías mineras. El gobierno Maura decidió reforzar al Ejército y aprovechar la ocasión para ensayar el plan de movilización de los reservistas. Ordenó la incorporación de éstos en Madrid y Barcelona. En ambas ciudades se produjeron fuertes protestas y manifestaciones protagonizadas por mujeres y madres de los alistados, será en Barcelona donde se dará una importante revuelta popular. En el puerto de Barcelona, durante el embarque, la multitud reunida para despedir a las tropas protestaban con gritos de “tirad los fusiles” y “que vayan los ricos a la guerra”.
El 26 de julio se iniciaba una huelga general en Barcelona, convocada por Solidaridad Obrera, integrada por sociedades obreras anarquistas, y que se convirtió en una violenta insurrección popular, con más de 200 barricadas, paralización de la vida urbana, incendio de más de 50 conventos e iglesias. El paro fue total.
El gobierno declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Entre el 26 de julio y el 1 de agosto se sucedieron luchas callejeras, incendios y enfrentamientos entre huelguistas y miembros de la policía y el Ejército. Barcelona quedó aislada del exterior. El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Después llegaron las detenciones en masa y los juicios. El juicio más grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Hoy se considera demostrado que no participó en los hechos. Su ejecución se produjo en medio de una oleada de protestas internacionales.
La Semana Trágica provocó la caída de Maura, muy desprestigiado, que perdió el respaldo del rey, dando el gobierno a los liberales. Propició la Conjunción republicano-socialista, una alianza electoral que en 1910 consiguió un gran éxito y otorgó el primer escaño a un diputado obrero en las Cortes, Pablo Iglesias. Desapareció la organización Solidaridad Obrera, entre 1910-1911 se constituye el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo convirtiéndose en la mayor fuerza sindical de España.

 El gobierno Canalejas, último intento regeneracionista del régimen de la Restauración (1910-1912). De 1910 a 1912 dirigió el gobierno José Canalejas, líder del partido liberal. Durante su mandato se suprimieron los impopulares consumos (impuestos a productos de primera necesidad), siendo sustituidos por un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas; se estableció el servicio militar obligatorio, eliminándose la redención a metálico, no obstante, se introdujo la posibilidad de reducción del servicio militar a cinco o diez meses previo pago, para cada caso, de 2.000 o 1.500 ptas. Se reguló el trabajo nocturno femenino. Las Cortes aprobaron también la “ley del candado”, por la que se prohibía durante dos años la instalación de nuevas comunidades religiosas. Se quería negociar en ese plazo un acuerdo con el Vaticano que nunca llegó a firmarse.
En la cuestión marroquí pudo darse el paso decisivo hacia el establecimiento del protectorado. Canalejas en 1911 se dispone a la ocupación militar de la zona norte (el Rif), asignada a España  en la Conferencia de Algeciras para establecer su protectorado. Los límites quedaron definitivamente establecidos en 1912 con la firma con Francia por parte de Romanones (tras el asesinato de Canalejas), el Tratado delimitaba las zonas geográficas de los protectorados de Francia y de España en Marruecos.
En 1912 Canalejas obtenía también otro gran éxito cuando el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, que permitía un inicio de autogobierno y que satisfacía a una parte de los catalanistas. Pero el jefe de gobierno no llegó a ver aprobada la ley en el Senado: el 12 de noviembre caía asesinado en Madrid por los disparos de un  anarquista.
Con la muerte de Canalejas desaparecería el intento de renovación del país y volvía la división al seno del partido liberal (García Prieto o Romanones). Tras un corto gobierno de Romanones, el rey decidió aplicar el “turno”. Llama a los conservadores y tras la negativa de Maura a formar gobierno lo hará otro líder de los conservadores: Eduardo Dato (1913). Con él se aprobaba la Ley de Mancomunidades, a la que se acogió Cataluña (1914). Con ella se permitía establecer un órgano de coordinación de las cuatro Diputaciones provinciales. Su labor fue importante contribuyendo al fomento material y cultural de Cataluña.

Las fuerzas políticas de oposición: republicanos, nacionalistas, socialistas y anarcosindicalistas.

Al margen de los partidos dinásticos estaban las fuerzas políticas de la oposición. 

Republicanismo. 

Los republicanos tenían distintas organizaciones; esta opción representaba una propuesta democratizadora, en buena medida anti-clerical, tenían en cuenta las reivindicaciones sociales. En 1903 Alejandro Lerroux y Nicolás Salmerón unifican el mundo republicano en la Unión Republicana, que logra 36 diputados con presencia importante en las grandes ciudades. Las diferencias se convierten en división, dando lugar en 1908 al Partido Radical de A. Lerroux , muy implantado en Cataluña, con un discurso demagógico anti-clerical y anti-catalanista intentó atraerse a sectores obreros y de la pequeña burguesía, fomentó intentonas insurreccionales. Son conocidos sus oscilaciones políticas y oscuros movimientos  financieros. En 1912 Melquíades  Álvarez funda el Partido Reformista, más conservador en lo social y dispuesto a colaborar con la monarquía si emprendía un proceso democrático. Fue muy importante el republicanismo valenciano, en torno al novelista Vicente Blasco Ibañez

Los nacionalismos. 
Cambó

El nacionalismo Catalán. 
Estuvo representado sobre todo por la Lliga catalana de Prat de la la Riba y Cambó (participará en los gobiernos de la monarquía). Con posiciones conservadoras representaban a la gran burguesía, enfrentados  a la clase obrera. Hubo una nueva organización: Centro Nacionalista Republicano. La unión de todo el catalanismo con el nombre de Solidadaridad Catalana tuvo en las elecciones de octubre de 1907 41 de los 44 escaños correspondientes a Cataluña. Esta unidad se rompió cuando la Lliga de Prat de la Riba presidió la Mancomunidad de Cataluña (aceptaba la ley de mancomunidad del gobierno turnista) . 

El nacionalismo vasco. 
PNV (Partido Nacionalista Vasco). El “padre” del nacionalismo vasco es Sabino Arana que parte del conservadurismo católico y defensa de la sociedad tradicional, le permitió conectar con un campesinado, que había resistido con más éxito que en otras partes del estado a la reforma liberal, muchos venían del carlismo en buena parte hablaban el vasco (euskera). Los rasgos “arcaizantes” y un etnicismo inicial fueron mitigándose cuando otros sectores de la sociedad vasca, incluida parte de la burguesía industrial que estaba creciendo a gran velocidad en estos años, se adhieren a sus postulados. El proyecto se convertirá posteriormente en un complejo entramado ínter-clasista católico conservador con un sector obrero que fundaría en 1911 el sindicato ELA-STV. 

El galleguismo. 
La sociedad gallega era también una sociedad rural que se vio afectada duramente por la emigración. A mediados del siglo XIX se produce “O Rexurdimento”, movimiento que reivindica la lengua y cultura gallega. Durante la última etapa de la Restauración cobrará más fuerza. 

Nacionalismo andaluz 
El nacionalismo llegó a fraguar con poca influencia hacia los años 10 del siglo XX, Blas Infante mostró una cercanía  hacía el movimiento jornalero y el pasado andalusí. Nunca llegó a tener un seguimiento masivo.

El Movimiento obrero. 

Las organizaciones a principio de siglo irán creciendo con el desarrollo de la industrialización, durante este primer tercio se convertirá en un sector importante en la marcha de la sociedad española. Tuvo dos corrientes principales: Anarquistas y Socialistas. En el País Vasco será  influyente el sindicalismo de inspiración católica de ELA-STV. Durante los años 20 nace una débil corriente comunista.

El Anarquismo La corriente sindical más numerosa de España. Tenían gran presencia de afiliados entre el proletariado industrial catalán y los jornaleros del campo andaluz de las zonas latifundistas. No aceptaban la organización en partidos políticos ni la participación en elecciones. La Huelga general y ocupación de tierras eran sus armas de lucha. También hubo sectores que optaron por la violencia individual, lo que fue utilizado por las fuerzas del régimen para incriminar al movimiento obrero organizado,  utilizando en muchos casos auténticos montajes y falsedades para disminuir su fuerza sindical. Tras periodos de ilegalizaciones  en 1911 se funda la gran central sindical anarco-sindicalista: CNT, que fue mayoritaria hasta la guerra civil y sufrió frecuentes persecuciones durante el reinado de Alfonso XIII. 

El Socialismo Tenía un partido político, el PSOE, y un sindicato, la UGT, unidos en objetivos estratégicos y con dirigentes que estaban en ambas organizaciones. Sus objetivos revolucionarios se veían frecuentemente frenados por  querer aprovechar las posibilidades de reformas sociales que pudieran conseguir dentro del sistema. Su líder Pablo Iglesias logra ser diputado en 1910 en la Conjunción Republicano-Socialista. Las reformas parciales que pudieran arrancarse a través de luchas concretas en la fábrica o con movilizaciones más generales fueron su objetivo. Su máxima influencia se daba en la minería asturiana, Vizcaya y Madrid.

Enlaces interesantes

Biografía de Alfonso XIII. Cervantes virtual. 
La restauración. Congreso de diputados.
Los gobiernos de Alfonso XIII
Exposición de Patrimonio Nacional sobre Alfonso XIII





TEXTOS.


La Semana Trágica (1909)

“Las hostilidades importantes habían comenzado en Marruecos durante el mes de febrero de 1909. Maura había obtenido del Parlamento un crédito extraordinario y el 10 de julio fueron llamados a filas los reservistas […]. Comenzaron los embarques de tropas en Barcelona, prosiguiendo toda la semana. El domingo 18 las despedidas en el puerto se transformaron ya en manifestación antibélica. […] El día 19 las manifestaciones contra la guerra recorren las Ramblas; las fuerzas de vigilancia patrullan por las calles. El día 22 las Juventudes Socialistas convocan en Madrid una manifestación en la que participan miles de jóvenes y de mujeres (ya se habían producido actos de insubordinación al salir de Madrid el regimiento de Arapiles) […]. Los acontecimientos se precipitan y el día 24 se forma un comité de huelga con representantes de los diversos sectores de Solidaridad Obrera. […] El Comité de huelga, formado al fin por representantes de los grupos anarquistas, de la Federación socialista y de las sociedades obreras, tomó sus últimas disposiciones en la madrugada del 26 de julio. La huelga fue total; los tranvías, guiados por los “murcianos” traídos por Foronda, circularon hasta las nueve de la mañana, pero tras numerosos apedreamientos y algún que otro incendio cesaron de circular. A causa de los tranvías se produjeron los primeros choques entre huelguistas y fuerza pública. Por la tarde se declaró el estado de guerra (contra el criterio de Ossorio y Gallardo, gobernador civil). La huelga era hasta entonces relativamente pacífica en Barcelona, pero ¿qué pasaba en el resto de Cataluña? El paro era total en Sabadell, Mataró, Tarrasa, Manresa, San Feliú de Llobregat, Granollers, etc. [...] en la mayoría de las localidades citadas la huelga había tomado un carácter insurreccional y que los obreros eran dueños de la situación.

El martes 27 la violencia subirá de punto en una Barcelona aislada del resto del mundo, con fuerzas del ejército mandadas por el general Santiago, que, en realidad, no bastaban para salvar la situación […] en Barcelona se alzaban barricadas por doquier y había muertos y heridos en los choques con el ejército y fuerzas de seguridad. […] En medio de esta situación empezó la quema de conventos, siendo el primero en el caso de la ciudad, el de las Adoratrices […]. No se produjeron ataques contra las personas de sacerdotes y religiosos, pero sí macabros desenterramientos en conventos, etc. […] El miércoles 28 los combates fueron todavía más intensos, pero la huelga, perdido su objetivo inicial y sin encontrar otro, desbordada por la provocación anticlerical y separada del resto del país, tenía que ir forzosamente a la deriva […]. El movimiento, carente de dirección, se agotaba; el viernes 30 por la tarde aflojaron los combates; el sábado 31 todo había prácticamente terminado y el lunes 2 de agosto se reanudó el trabajo a ritmo normal. Empezaron los encarcelamientos, los registros y los procesos. El mismo día 2 actuó el primer consejo de guerra sumarísimo. El saldo trágico de aquellos días era: tres muertes y 27 heridos por parte del ejercito de seguridad; una muerte y 46 heridos de la Guardia Civil; 82 muertos y 126 heridos de la población civil (102 muertos según fuentes no oficiales); cuatro muertos y 18 heridos de la Cruz Roja. Los detenidos eran casi un millar.”
 Manuel Tuñón de Lara: El movimiento obrero en la Historia de España. Madrid, Taurus, 1972

Guerra de Marruecos: repercusiones en la opinión pública

“Morirán unos cuantos soldados, ascenderán otros cuantos, enseñaremos una vez más nuestro desbarajuste, nos pondremos por centésima vez en ridículo llamando al tiroteo escaramuza; a la escaramuza, acción de guerra; al encuentro de avanzadas, combate; al combate, batalla campal; enviaremos más generales que coroneles, más jefes que oficiales, más oficiales que soldados, más promesas que realidades, y por todo sacar, sacaremos sólo una cosa: sangre al pueblo y dinero al contribuyente[…] Yo le digo que esto de ir a Marruecos es la revolución, y al decirlo sirvo a la Patria y al Rey mucho mejor que haciendo creer al Rey y a la Patria que el ir a Marruecos conviene a la nación y a la Monarquía..”
 Leopoldo Romeo: “La trompa bélica suena”. La Correspondencia de España, 12 de julio de 1909.


“Si la Guerra de Marruecos no fue nunca una empresa popular, en 1922, a un año vista de la catástrofe de Melilla, la cuestión de Marruecos se había convertido para los políticos en una idea obsesiva, determinante muchas veces de su estancia en el poder; para los militares en algo superior a sus fuerzas, para la nación, en una herida por donde se escapaban las energías y el dinero, y para el pueblo, en una misión incomprensible, dolorosa y por lo mismo repudiada. Aquel que por suerte no había sufrido en su propia carne o en la de su familia los estragos de la catástrofe, lo sufría en su economía, o quizás sólo, con ser bastante, en su orgullo, al ver a lo más selecto de su Ejército derrotado humilladamente por un grupo de “moros salvajes” mal pertrechados y, por supuesto, no preparados para la guerra. Sea como fuese, lo cierto es que no dejó indiferente a nadie.

Pero, sin duda, la pesadilla de Marruecos afectó sobre todo a aquellos que llevaban el peso de la campaña: las clases económicamente más débiles. En efecto, la Ley de Reclutamiento de 1912 permitía redenciones a los cinco o diez meses de servicio contra cuotas de 1500 a 2000 pesetas. Esta discriminación económica fue la tabla de salvación de aquellos mozos que, por razón de clase o situación social, podían pagar las cuotas estipuladas. El estado de guerra crónico en el Norte de África, una mortalidad en campaña alta, condiciones del servicio degradantes, etc., convertían el pago de la cuota en una necesidad […]. El único y elemental recurso de los pobres para huir del reclutamiento y del más que probable destino a África era presionar para conseguir cualquier tipo de exención, alegando insuficiencias físicas, o recurrir a trámites de la emigración con objeto de ser considerados prófugos…”
 Ignacio M. Luzón Urueña: “Las repercusiones de la acción de España en Marruecos. 1922-1923”. Tiempo de Historia, nº. 75 (febrero de 1981).


-LA LEY DEL “CANDADO”.1910. 


Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y la Constitución, Rey de España. A todos los que la presente vieren y entendieren, sabed que las Cortes han declarado y Nos sancionado lo siguiente:

Artículo único: No se establecerán nuevas Asociaciones pertenecientes a Órdenes o Congregaciones religiosas canónicamente reconocidas, sin la autorización del Ministerio de la Gracia y Justicia consignada en Real Decreto, que se publicará en la Gaceta de Madrid , mientras no se regule definitivamente la condición jurídica de las mismas. No se concederá dicha autorización cuando más de la tercera parte de los individuos que hayan de formar la nueva Asociación sean extranjeros. Si en el plazo de dos años no se publica la nueva ley de Asociaciones, quedará sin efecto la presente ley.

Por tanto: Mandamos a todos los Tribunales, justicias, jefes, Gobernadores y demás autoridades, así civiles como militares y eclesiásticas, de cualquier clase y dignidad, que guarden y hagan guardar, cumplir y ejecutar la presente Ley en todas sus partes.


Yo el Rey. El Presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas. Gaceta de Madrid, número 362, 28 de diciembre de 1910.

LEY DE JURISDICCIONES (texto íntegro)


Ley de Jurisdicciones de 1906. 

"Don Alfonso XIII, por la gracia de Dios y la Constitución Rey de España; A todos los que la presente vieren y entendieren sabed, que las Cortes han decretado y Nós sancionado lo siguiente:
Artículo 1º. El Español que tomara las armas contra la Patria bajo banderas enemigas o bajo las de quienes pugnaran por la independencia de una parte del territorio español, será castigado con la pena de cadena temporal en su grado máximo a muerte.
Artículo 2º. Los que de palabra, por escrito, por medio de la imprenta, grabado, estampas, alegorías, caricaturas, signos, gritos o alusiones, ultrajaren a la Nación, a su bandera, himno nacional u otro emblema de su representación, serán castigados con la pena de presión correccional. En la misma pena incurrirán los que cometan iguales delitos contra las regiones, provincias, ciudades y pueblos de España y sus banderas o escudos.
Artículo 3º. Los que de palabra o por escrito, por medio de la imprenta, grabado u otro medio mecánico de publicación, en estampas, alegorías, caricaturas, emblemas o alusiones injurien u ofendan clara o encubiertamente al Ejército o a la Armada o a instituciones, armas, clases o cuerpos determinados del mismo, serán castigados con la pena de prisión correccional. Y con la de arresto mayor en sus grados medio y máximo a prisión correccional en su grado mínimo, los que de palabra, por escrito, por la imprenta, el grabado u otro medio de publicación instigaren directamente a la insubordinación en institutos armados o a apartarse del cumplimiento de sus deberes militares a personas que sirvan o están llamadas a servir en las fuerzas nacionales de tierra o de mar.
Artículo 4º. La apología de los delitos comprendidos en esta ley, y la de los delincuentes, se castigará con la pena de arresto mayor.

Artículo 5º. Los tribunales ordinarios de derecho conocerán de las causas que se instruyan por cualquiera de los delitos a que se refieren los artículos 1º, 2º y 4º de esta ley, siempre que los encausados no pertenezcan al ejército de mar o de tierra y no incurrieren por el acto ejecutado den delito militar. De las causas a que se refiere el art. 3º conocerán los tribunales del fuero de Guerra y Marina.
 Gaceta de Madrid. Martes, 24 de abril de 1906


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