martes, 17 de marzo de 2020

10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio reformista (1931-1933).


BLOQUE 10. La Segunda República. La Guerra Civil en un contexto de Crisis Internacional (1931-1939)


 

10.1. La proclamación de la Segunda República. La Constitución de 1931. El bienio reformista (1931-1933).

La proclamación de la República el día 14 de abril de 1931 supone el intento de instaurar en España un sistema plenamente democrático (voto de las mujeres) por primera vez. Este hecho  constituyó el cambio del poder político que pasaba por primera vez a ser detentado por los grupos sociales que no habían sido la columna vertebral de la Restauración,  ante la hostilidad de estos grupos de la oligarquía y el caciquismo (definidos así por Joaquín Costa).
La situación internacional  era desfavorable económicamente. Europa vivía las repercusiones de la crisis del crack del 29 y la siguiente gran depresión que afectó gravemente a las clases trabajadoras. Fue  una etapa de ascenso de los totalitarismos que acabaron con sistemas democráticos (fascismos). El auge del nazismo  se plasmará con la toma del poder político alemán en los años treinta, su afán expansionista violento influirá en la vida política europea y española, constituirán una alianza con los otros dos totalitarismos expansionistas violentos: el imperialismo invasor japonés y el fascismo italiano.


Gobierno Provisional
En la noche del 14 de abril de 1931 Niceto Alcalá Zamora proclamaba en Madrid la República en medio del regocijo popular tras la victoria en las elecciones municipales del 12 de abril, estas elecciones se habían convertido en un plebiscito república/monarquía, las candidaturas republicanas habían vencido en las grandes ciudades y zonas mineras, en las zonas rurales la fuerza del persistente caciquismo y el mayor conservadurismo dieron la victoria a los monárquicos.  
Se constituyó  un gobierno provisional, con la presidencia de Niceto Alcalá Zamora. Formaban parte de él los integrantes del “Comité Revolucionario” del Pacto de San Sebastián, estaban los republicanos de distintas opciones: Alcalá Zamora y Miguel Maura, de la Derecha Republicana; Alejandro Lerroux y Diego Martínez Barrio, del Partido Radical; de partidos republicanos reformistas destacan Manuel Azaña (de Acción Republicana) y Marcelino Domingo (del Partido Republicano Radical-Socialista); por el Partido Socialista (PSOE) figuraban Indalecio Prieto, Fernando de los Ríos y Francisco Largo Caballero; representando a partidos nacionalistas del republicanismo catalán (Luis Nicolau de d’Olwer) y al galleguismo republicano (Santiago Casares Quiroga). La mayoría de ellos pertenecían a una burguesía media reformista que deseaba la modernización necesaria de nuestro país, la pluralidad ideológica y de planteamientos políticos no impidió su coordinación en la práctica política.

Las primeras decisiones de gobierno: reformas.
El gobierno provisional convocó  para el mes de junio elecciones a Cortes Constituyentes. Desde el primer momento llevaron a cabo una intensa e inmediata labor legislativa publicando los decretos necesarios con el objetivo de garantizar tanto los salarios como el trabajo para los trabajadores. Desde el ministerio de trabajo de Largo Caballero se decretaron leyes básicas a favor de los trabajadores y sobre el trabajo. Se promulgaron leyes sobre el Ejército; en la educación se tuvo una especial atención en acabar con el desfase respecto al nivel de los países europeos desarrollados. Tuvo que solucionar el problema que suponía para el estado  que el mismo 14 de abril, Francesc  Maciá, líder de Esquerra Republicana de Catalunya, proclamó desde el balcón de la Diputación “la república catalana como Estado integrante de la Federación Ibérica”. La crisis se resolvió inmediatamente restaurando la Generalitat, como gobierno autónomo bajo la presidencia de Maciá, y el inicio de la redacción del Estatuto de Autonomía  sometido a referéndum en Cataluña el 2 de agosto de 1931.  Para su entrada en vigor debía aprobarse por las Cortes de la República.
Las reformas sociales; en el campo vivían millones de jornaleros en condiciones penosas. Los decretos legislativos fueron impulsados por el ministerio de Trabajo de Largo Caballero, el decreto de términos municipales establecía la obligatoriedad para los propietarios agrícolas de dar trabajo preferentemente a los braceros domiciliados en el término municipal; por el decreto de laboreo forzoso, se obligaba a los propietarios a tener cultivadas las tierras y, por otro, se extendió al campo la jornada de ocho horas.
Los decretos sobre el ejército del ministerio de Guerra  con Manuel Azaña de ministro, produjeron malestar en un sector del Ejército. Un primer decreto daba la posibilidad de abandono del ejército a los militares que no juraran fidelidad  al sistema democrático republicano; además se ofrecía el pase a la reserva, con el sueldo íntegro, a todos los generales, jefes y oficiales que así lo solicitasen. Dentro del objetivo general de la necesaria  modernización de una institución en la que sobraban jefes en función del número de soldados de tropa, adecuando su organización y planes a las exigencias de defensa de un país democrático.
Los decretos de  Educación (Instrucción Pública) con el ministro Marcelino Domingo, el principal objetivo del plan era la extensión de la educación a todos los españoles, para lo que se planeó construcción de muchas nuevas  escuelas y de escuelas Normales para tener los maestros necesarios para esas escuelas. 



 
A nivel cultural resalta el Patronato de Misiones Pedagógicas para la difusión de la cultura en los medios rurales: teatro, cine, exposiciones, bibliotecas. Se  suprimía la enseñanza religiosa en las escuelas con el objetivo de conseguir una enseñanza verdaderamente laica y separar el estado de la iglesia, el descontento de la Iglesia (desde el primer momento se mostró en contra de la República) fue  grande.
Las relaciones con la Iglesia fueron muy complicadas. El cardenal Pedro Segura, arzobispo de Toledo y Primado de España intervino en la vida política de manera beligerante y terminó siendo expulsado de España después de  publicar una pastoral el 1 de mayo en defensa de la monarquía de Alfonso XIII. En Madrid  una asamblea de monárquicos contra la república convocada el 10 de mayo terminó en un enfrentamiento en las calles contra grupos populares defensores de la república. Al día siguiente en Madrid  volvía el anticlericalismo: grupos de incontrolados se dedicaban a incendiar edificios religiosos. El día 12 se extendía a otras poblaciones, como Málaga, Sevilla, Cádiz y Alicante. Existen dudas sobre la autoría de estos incendios, nadie reivindicó estos hechos; fueron muy negativos para la República ante la opinión católica del país.
En cuanto al movimiento obrero, los conflictos sociales existentes desde siglos salieron a la luz. Con la proclamación de la República los obreros partidarios de la revolución pensaron  que era el momento de mejorar inmediatamente  sus condiciones de vida. El sindicato anarcosindicalista CNT utilizó la huelga como instrumento de lucha, dándose serios  enfrentamientos con las fuerzas del orden público. En el campo  se planteaba la lucha de clases entre un campesinado que  esperaba el “reparto de la tierra” y unos propietarios dispuestos a mantener sus propiedades sin que nadie las tocara. Los grandes propietarios estaban en contra de cualquier modificación, fueron beligerantes contra la legislación reformista de la República. El gobierno se había planteado el estudio y aprobación de un proyecto de Reforma Agraria que se llevó adelante  por el gobierno del bienio reformista de 1931-33.

El gobierno provisional convocó elecciones a Cortes constituyentes  el 28 de junio, obteniendo un fuerte respaldo las candidaturas republicanas. La conjunción de republicanos y socialistas que constituían el gobierno provisional obtuvo el 80% de la Cámara, siendo el partido más votado, el Socialista, con 116 diputados, le seguía el Republicano Radical, con 90. Los partidos de la derecha más conservadora, quedaron reducidos a grupos minoritarios con poca representación parlamentaria.
La redacción de la Constitución fue la principal tarea de estas cortes,  tuvieron  en cuenta las constituciones democráticas europeas, incorporaron en su articulado aspectos de los textos constitucionales más reformistas. No contó con el apoyo de los diputados de la derecha en desacuerdo con artículos que hacían referencia al estado laico y otros de carácter social.
La Constitución de 1931 fue aprobada el 9 de diciembre de 1931, tenía 125 artículos. Comienza con la definición de España como una “República democrática de trabadores de toda clase”, en un momento de crisis internacional mostraba su clara voluntad de prestar atención al trabajo como base de la organización social, afirmando claramente la soberanía popular.
Recogía una amplia declaración de derechos y libertades individuales y colectivos: expresión, imprenta, manifestación, asociación,  religiosa; reconoció el derecho de voto a las mujeres (hubo un intenso debate a favor y en contra), sufragio universal pleno para los mayores de 23 años; reconoció el matrimonio civil; legalizó el divorcio; igualdad legal de hijos legítimos e ilegítimos (protección del menor); el derecho a la educación de todos los españoles;  incorporó el derecho de expropiación forzosa por (necesidad) causa de utilidad  social.
División de poderes.
El poder legislativo lo detentaba las Cortes (Congreso de los diputados), constituidas por una sola cámara. Renovadas cada cuatro años,  se convertía en la principal institución de la vida política,
El poder ejecutivo;  la jefatura del estado recaía en el presidente de la República, su mandato duraba seis años, era elegido por los diputados, la cámara controlaba su labor.  El presidente nombraba al jefe de gobierno, y éste a sus ministros, debía contar con la aprobación de las Cortes ante las que respondía individualmente.
El poder judicial,  la función de administrar justicia recaía en los jueces y tribunales, con total independencia de los otros poderes. Se creaba el Tribunal de Garantías Constitucionales para velar por la constitucionalidad de las leyes.
Se reconocía la posibilidad de constituir una región autónoma con un Estatuto de Autonomía, se recogían las competencias que el estado podía transferir a las regiones, no podrían formar una federación de regiones, esta propuesta dio lugar a un debate duro en la Cámara, al igual que  el relativo a los artículos 26 y 27 de la Constitución, destinados a la “cuestión religiosa”, se establecía la no confesionalidad del estado y por tanto la separación del  Estado y la Iglesia, característica de un estado laico; la libertad religiosa para todos los cultos; el fin de la financiación estatal de la Iglesia (el culto y el clero); disolvía la ( si mantenía “obediencia distinta de la legítima del estado”) Compañía de Jesús y prohibía a las congregaciones religiosas ejercer la enseñanza, el comercio y la industria. La aprobación de estos artículos provocó la dimisión del presidente del gobierno Alcalá Zamora y el ministro de la Gobernación Miguel Maura. Manuel Azaña tuvo una intervención decisiva que puso fin al debate sobre la “cuestión religiosa”.
Fue propuesto como nuevo presidente de gobierno, tomó posesión a mediados de octubre. Su tarea inmediata fue concluir  los trabajos constitucionales.
Las Cortes aprobaron la Constitución el 9 de diciembre de 1931 con todos los votos a favor, y ninguno en contra al no estar en ese momento en la Cámara los representantes de los partidos de derecha.
El gobierno del  bienio reformista 1931-33.
Con la Constitución aprobada, al día siguiente las Cortes eligieron al primer presidente de la II República (Jefe de Estado): Niceto Alcalá Zamora. La jefatura del gobierno de Manuel Azaña llevó a la formación del primer gobierno con la Constitución, con la misma base política que integró  el gobierno provisional. Lerroux jefe del Partido Radical  pasó a la oposición al negarse a entrar en un gobierno donde continuaran los socialistas mostrando de esta manera su oposición al programa reformista. Azaña contó con los socialistas y a mediados de diciembre formaba gobierno. Su objetivo era continuar el programa de reformas  iniciadas por el gobierno provisional.
Francisco Largo Caballero
Las reformas sociales promovidas por el ministerio de trabajo de Largo Caballero siguieron adelante con la Ley de contratos de trabajo que organizaba la negociación colectiva (patronos-trabajadores) y la ley de jurados mixtos con decisiones vinculantes en su mediación, se estableció la inspección de trabajo. esta legislación se convirtió en el objetivo a derribar para los patronos.
La reforma educativa siguió adelante con el plan de construcción y entre 1932-33 se levantaron 6.570 escuelas y 7.000 nuevos maestros se incorporaron al sistema educativo, hubo una mejora de sus salarios. La escuela era única, pública, gratuita y obligatoria con enseñanza mixta. La iglesia se mostró en contra de este plan que la separaba del negocio educativo y del control ideológico religioso, se convirtió en un oponente constante del gobierno.
La reforma militar ya iniciada por Azaña con el objetivo de modernizar la organización, la enseñanza y la dotación militar continuó. Se quitaron los tribunales de honor, el Consejo Supremo de Guerra y Marina, la academia de Zaragoza por obsoleta y se derogó la ley de jurisdicciones.

La reforma agraria planificada ante la grave situación de un gran número de campesinos se inició con el gobierno provisional para acabar con el grave atraso histórico y el hambre en el campo. En medio de fuertes presiones de los campesinos andaluces y extremeños (zonas latifundistas) organizadas por la CNT y el PCE  que querían ya la reforma, la derecha patronal de la Agrupación de Propietarios Agrícolas mostró su radical oposición. La ley de Bases para la Reforma Agraria IX-1932 afectaba a Salamanca, Extremadura, Andalucía y La Mancha, declaraba la expropiación de las tierras incultas o mal cultivadas y parte de las arrendadas, además de las de origen jurisdiccional. Para llevarlo a cabo se creó el IRA (Instituto de Reforma Agraria) con poco presupuesto, se quedó en muy poco para los campesinos y con el rechazo de la patronal y la derecha. La lentitud y escasos campesinos asentados  produjo un gran descontento social en el campo.
La oposición y la conflictividad social.
El gobierno tuvo desde el principio una fuerte oposición, tanto desde la derecha como desde la izquierda. En la derecha la oposición estuvo encabezada por el Partido Radical de Lerroux; en la izquierda, la CNT, la FAI y el PCE  que se enfrentaban al gobierno, tachándolo de “reformista y burgués” y alejado de la línea social revolucionaria que defendían. La UGT apoyaba al gobierno, al igual que su organización campesina, la Federación Española de Trabajadores de la Tierra (FETT), aunque con tensiones dentro. La presencia de socialistas en el gobierno y el respaldo de la UGT constituían un gran apoyo entre amplios sectores  populares. Los conflictos sociales fueron continuos. El gobierno Azaña actuó reprimiendo la fuerte conflictividad social, hubo enfrentamientos de los obreros y los campesinos ante las fuerzas del orden público (Guardia Civil y Guardia de Asalto). El 31 de diciembre de 1931 tuvo  lugar un episodio sangriento en Castilblanco (Badajoz), el 6 de enero de 1932 otro en Arnedo (La Rioja) donde los enfrentamientos con la Guardia Civil finalizaron en un reguero de sangre. Días después, el 21 de enero de 1932  se producía, bajo la dirección de la CNT y la FAI, el primer intento revolucionario protagonizado por los mineros del Alto Llobregat, para proclamar el comunismo libertario en varias de sus poblaciones (Berga, Figols, Sallent y Suria). El balance fue sangriento: una decena de muertos y la orden de deportación a Guinea de 104 anarquistas.
La lentitud con la reforma agraria, la autonomía de Cataluña y el intento de golpe de Estado.
Dos proyectos de Ley tenían un valor importante para medir el desarrollo de las reformas: la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía de Cataluña.
La reforma agraria, que venía apareciendo como necesaria en los planes de gobierno desde el siglo XVIII, creó grandes expectativas entre los jornaleros del campo, el gobierno de la República no podía fallarles. La  solución del  problema de la tierra era complicado. En la estructura de la propiedad predominaban los valores extremos (latifundios y minifundios) y los grandes propietarios ya no eran la Iglesia y los municipios, sino la nobleza y los propietarios burgueses que no estaban dispuestos a perder sus tierras, aunque se les indemnizara.
Sobre el Estatuto de Cataluña, la República tenía otro compromiso y la Constitución establecía la vía para su logro. El regionalismo/nacionalismo catalán  había sido uno de los problemas políticos desde comienzos del siglo XX, necesitaba una solución política. Las dificultades para el gobierno republicano  venían de  la oposición de fuerzas de derecha, la reticencia de algunos socialistas y la desaprobación de intelectuales de relieve, como Unamuno y Ortega y Gasset.
Todo cambió a raíz del fracaso del golpe de Estado encabezado por el general Sanjurjo el 10 de agosto de 1932 (financiado por grandes propietarios opuestos a la reforma agraria). Manuel Azaña y su gobierno salieron fortalecidos, los diputados apoyaron el sistema democrático  republicano. El 9 de septiembre se aprobaban la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de Autonomía Cataluña. El Estatuto proclamaba a Cataluña “región autónoma dentro del Estado español”. El 20 de noviembre de 1932 se celebraron las primeras elecciones a la Generalitat y dieron su triunfo a Esquerra Republicana de Catalunya.  Francesc Maciá se convirtió en el primer presidente autónomo de Cataluña. En el País Vasco los nacionalistas del PNV seguían tramitando su Estatuto de Autonomía que para su definitiva aprobación entró en las Cortes a finales de 1933 cuando terminaba el gobierno del bienio. Fue aprobado con el gobierno del Frente Popular el 1 de octubre de 1936 al comienzo la guerra. Anteriormente hemos señalado que con la Ley de Reforma Agraria se pretendía dar  la tierra al que la trabajada y no la tenía mediante el asentamiento de campesinos. Afectaba a Andalucía, Extremadura, Albacete, Ciudad Real, Toledo y Salamanca, zonas  de latifundio, serían objeto de expropiación indemnizándose a sus propietarios, salvo los de la nobleza que poseían tierra de los antiguos señoríos jurisdiccionales, sus propiedades serían expropiadas sin indemnización. Recordemos que para la aplicación de la Ley se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) con un bajo presupuesto, a todas luces, de 50 millones de pesetas insuficientes para lo que se pretendía. El proceso de reforma era complejo. Había que inventariar las propiedades, el IRA las confiscaba y las pasaba a las Juntas Provinciales y éstas  a los asentamientos de campesinos, ante habían decidido sobre el tipo de explotación, individual o colectiva. Su aplicación fue muy lenta, desesperando a los jornaleros. Los propietarios estaban bien organizados en las patronales agrarias y desde el primer momento dispuestos a defender sus intereses económicos por todos los medios a su alcance.

Los sucesos de Casas Viejas.
A comienzos de 1933  la CNT y la FAI volvían a movilizarse en Andalucía; hubo levantamientos insurreccionales  en varios pueblos. En Casas Viejas (Cádiz) los sucesos ocurridos fueron muy graves (11 y 12 de enero de 1933). La brutal y sangrienta represión  de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto  contra los supuestos cabecillas de la insurrección se saldó con una refriega con ocho muertos; después fueron asesinados otros doce campesinos  y entre los guardias hubo tres muertos. La masacre de Casas Viejas desacreditó al gobierno Azaña y contribuyó a su final. En el PSOE empezó a imponerse la idea de dejar el gobierno  mostrando su desacuerdo con la brutal  represión. La oposición radical de anarquistas y comunistas, y la derecha, responsabilizó a Azaña de los hechos.
La oposición al gobierno y el fin del bienio reformista.
La  campaña de oposición de la derecha  se recrudeció  al aprobarse la Ley de Congregaciones Religiosas (mayo de 1933), por la que se ponía fin a los colegios religiosos.
Durante el verano de 1933 surgen diferencias internas en el PSOE sobre la colaboración con el gobierno. Se impuso la idea de abandonar el gobierno de Azaña. El PSOE comenzó a radicalizarse siguiendo la  posición defendida por Largo Caballero. Los excesos del gobierno en la represión de Arnedo, Alto Llobregat y Casas Viejas eran los argumentos de los anarquistas para ir contra el gobierno y los socialistas.
La derecha llevó a cabo una profunda reorganización. Contribuyó a ello la posición del  gobierno respecto a la Iglesia que generó  un gran  malestar entre los católicos  aunque muchos de ellos eran republicanos. La política laica del gobierno de la República contribuyó a la movilización de las organizaciones católicas.
Primero, a través de la muy conservadora Acción Popular origen de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA),  que fue creada en febrero de 1933  por José María Gil Robles (abogado de los latifundistas salmantinos). Su programa político incluía la modificación de la Constitución con una revisión de su legislación laica y reformista. José María Gil Robles logró movilizar  a las masas conservadoras católicas del país en defensa de la religión, la familia, el orden y la propiedad se mostraba ambiguo en la defensa pública de la forma de gobierno (Monarquía o República), aunque estaba claro su finalidad política:  la “defensa de la religión y el orden social”. Será el gran partido de masas de la derecha conservadora.
En la derecha más extrema se formaron grupos que radicalmente estaban contra la república. Renovación Española, partido de la derecha monárquica dirigido por José Calvo Sotelo (antiguo ministro de la dictadura de Primo de Rivera); los carlistas organizados en la Comunión Tradicionalista Española se habían convertido en un movimiento de la ultraderecha autoritaria; y en octubre de 1933 José Antonio Primo de Rivera (hijo del dictador fallecido) fundó  Falange Española variante española del fascismo. Había otros pequeños grupos fascistas  como los de  Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo. Todos estos pequeños grupos tenían escasa influencia social.
La crisis definitiva del gobierno Azaña se acercaba a su conclusión en septiembre de 1933 como consecuencia de los desacuerdos  entre los partidos que le apoyaban: republicanos y PSOE. Ante las dificultades de formar un nuevo gobierno, el presidente de la república Alcalá Zamora, disolvió las Cortes y convocó elecciones para el 19 de noviembre (de 1933).



Enlaces interesantes
Dossier de Hispania Nova: la II república
Dossier de la revista Ayer: la política en la II república
TEXTOS
La proclamación de la república.
A las tres de la tarde del día 14 se izó en Madrid la primera bandera republicana, que tremoló sobre el Palacio de Comunicaciones. Esta bandera produjo un movimiento general de curiosidad que se convirtió en un estallido de entusiasmo al conocerse que representaba realmente lo que simbolizaba, o sea, la toma del poder por parte del Gobierno provisional.
En cuanto esto se hizo público, Madrid corrió a destruir y a esconder los símbolos monárquicos. Los comerciantes proveedores de la Real Casa, las tiendas con el escudo real, las fondas, teatros y restaurantes con algún nombre relacionado con la monarquía, hicieron desaparecer rápidamente los nombres comprometedores y dinásticos. Las estatuas que el pueblo consiguió derribar cayeron de forma implacable. Un busto de bronce de Primo de Rivera fue colgado en el balcón de Gobernación.
Las banderas republicanas se hicieron más y más espesas. […] El pueblo de Madrid, que suele poseer una finura crítica indudable, aderezó el espectáculo con su causticidad proverbial. El Rey y la Reina no fueron tratados por la masa con cumplidos, pero tampoco con una crueldad exagerada.
J. PLA, «El 14 de abril en Madrid», Artículo publicado
en La Veu de Catalunya, 1993


Objetivos de la reforma agraria.
Todos los proyectos persiguen en primer término la resolución del paro obrero. […] ¿Cómo lo intenta este proyecto? Con asentamientos. […]
La segunda finalidad es la redistribución de la tierra. Ha de redistribuirse de nuevo para que cumpla la función que ahora no realiza; la expropiación de la tierra ha de hacerse por razón de su origen y por razón de su empleo. Así pues, la redistribución de la tierra se hará a base de las tierras de señorío y de los bienes comunales.
Si el proyecto tiene una tendencia, podría ser ésta: la de intervenir el Estado en todos los órdenes de la economía agraria para disciplinarla en todos sus aspectos y para racionalizar la producción. El cuidar que la tierra cumpla la función social que le corresponde. Ya sabemos que este problema, como el religioso, tenía que levantar tempestades sobre los hombres que lo impulsaran. Este es el sino de los hombres que asisten a los inicios de un cambio de régimen.
Discurso de Marcelino Domingo sobre la reforma agraria en las Cortes, 15 de junio de 1932

El programa de la CEDA.
Electores de Madrid: Los candidatos designados por las organizaciones políticas y fuerzas sociales representadas en la coalición antimarxista utilizan un derecho y, a la vez, cumplen un deber al dirigirse al cuerpo electoral para solicitar de él su voto y apoyo. […]
Los candidatos de la coalición antimarxista defenderán resueltamente y a todo trance la necesidad de una inmediata derogación por la vía que en cada caso proceda, de los preceptos tanto constitucionales como legales, inspirados en designios laicos y socializantes, en realidad encaminados a destruir así el inmenso patrimonio moral como la ya exhausta riqueza material de la sociedad española; trabajarán sin descanso para lograr la cancelación de todas las disposiciones confiscadoras de la propiedad y persecutorias de las personas, de las Asociaciones y de las creencias religiosas. Y finalmente solicitarán, como prenda de paz, la concesión de una amplia y generosa amnistía.
Publicado en ABC, octubre de 1933

DISCURSO DE MANUEL AZAÑA SOBRE EL ARTÍCULO 26 DE LA CONSTITUCIÓN
«( … ) Me refiero a esto que  llaman problema religioso. La premisa de este problema, hoy polí­tico, la formulo yo de esta manera: España ha dejado de ser católica. El problema polí­tico consiguiente es organizar el Estado en forma tal que quede adecuado a esta fase nueva e histórica el pueblo español.
Yo no puedo admitir, Sres. Diputados, que a esto se le llame problema religioso. El auténtico problema religioso no puede exceder de los lí­mites de la conciencia personal, porque es en la conciencia personal donde se formula y se responde la pregunta sobre el misterio de nuestro destino. Este es un problema polí­tico, de constitución del Estado (…), porque nuestro Estado, (…) excluye toda preocupación ultraterrena y todo cuidado de la fidelidad, y quita a la Iglesia aquel famoso brazo secular que tantos y tan grandes servicios le prestó. Se trata simplemente de organizar el Estado español con sujeción a las premisas que acabo de establecer.
Durante muchos siglos, la actividad especulativa del pensamiento europeo se hizo dentro del Cristianismo, el cual tomó para sí­ el pensamiento del mundo antiguo y lo adaptó con más o menos fidelidad y congruencia a la fe cristiana; pero también desde hace siglos el pensamiento y la actividad especulativa de Europa han dejado, por lo menos, de ser católicos; todo el movimiento superior de la civilización se hace en contra suya (…)
España era católica en el siglo XVJ, a pesar de que aquí­ habí­a muchos y muy importantes disidentes, algunos de los cuales son gloria y esplendor de la literatura castellana, y España ha dejado de ser católica, a pesar de que existan ahora muchos millones de españoles católicos, creyentes».
Manuel Azaña. Ministro de la Guerra. Sesión de Cortes. 13 de octubre de 1931.

Este capítulo 4 nos adentra en la II República.

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